Alegre y jovial, nos recibe con tres de sus “hijos” literarios bajo el brazo. A sus 70, está feliz de que su trabajo siga volando por el mundo: representante argentina en el globo, su obra fue incluida en numerosas antologías y fue traducida a varios idiomas. “Finisterre”, su libro más popular, fue premiado hasta en tailandés. Ahora, mientras cranea nuevas escrituras, María Rosa Lojo honra su trayectoria viajando para debatir sobre sus novelas históricas, algunas de las cuales acaban de ser reeditadas. “En este contexto, hay que celebrarlo. No festejaremos siempre un best seller -dice, entre risas-, pero sí que los libros sobrevivan. No hay nada más con lo que soñemos los escritores que esto: que una obra trascienda”.

Es difícil resumir su largo currículum en pocas líneas. Ella se declara poeta en primera medida, pero es mucho más: escritora y narradora, investigadora y docente, Lojo es una de las novelistas populares más reconocidas de las últimas décadas. Esta semana vino a Tucumán -una vez más, aclara contenta-, para participar del Mayo de las Letras 2024, un evento que busca reflejar a la cultura como un patrimonio simbólico arraigado en nuestra realidad.

Su participación en un conversatorio fue para ahondar en su obra en general y en “Las Libres del Sur”, en especial. “Esta novela cumple ahora 20 años desde que fue publicada originalmente; es la primera novela que se escribió y publicó en la Argentina sobre Victoria Ocampo, una intelectual y escritora que está especialmente revalorizada en estos días”, advierte.

“Su figura es de interés -explica-. Por una lado, por su feminismo temprano: ella introdujo las ideas de Virginia Woolf entre nosotros. Y, por otro lado, por su escritura personal, que es muy original, abre un camino interesante en las memorias y en la autobiografía escritas por mujeres, aparte de todos los orgullos y testimonios, que son una verdadera crónica del mundo intelectual y artístico de su tiempo. Ella fue una figura central, articuladora de ese mundo, un puente entre culturas y conoció a muchas personalidades a las que pudo aquilatar desde una perspectiva siempre particular”. Previo al evento que la convocó, dialogó con LA GACETA sobre sus escritos, sobre el género narrativo que le dio fama mundial y el presente de la cultura.

- Sus novelas históricas son un emblema. ¿Qué la atrajo inicialmente a ese mundo?

- Llegué naturalmente, primero como lectora de grandes novelas históricas, desde las que se suelen leer en la adolescencia, como las de Alejandro Dumas, hasta otras que ya no tienen como personajes a figuras del mundo político, militar o aventurero, sino que se centran en la vida literaria y cuyos personajes fundamentales son escritores. Eso me interesó particularmente.

- Es un subgénero que no envejece, ¿por qué?

- Lo que pasa es que hay muchas modalidades del género de ficción histórica. Dentro de Latinoamérica, el género ha producido grandes obras de corte muy innovador e incluso experimental. Desde autores como Alejo Carpentier hasta el mismo Gabriel García Márquez, con “El general en su laberinto”, centrada en Simón Bolívar. Creo que la novela histórica interroga sobre algo que los latinoamericanos no tenemos resuelto, que es nuestra propia independencia como tales. ¿Dónde estamos en el mundo? ¿Qué lugar ocupamos? ¿Cómo gestamos nuestras naciones? ¿Y cuál es el futuro de estas naciones? Son grandes temas que se siguen debatiendo en la ficción histórica y que se despliegan hacia mundos que exceden el realismo incluso, a través de la injerencia de lo sobrenatural, de lo mitológico, de la visión de otras culturas. No solamente hablan de la cultura occidental, sino de las culturas indígenas, las precolombinas o las africanas; todo eso que genera mundos diferentes, los nuestros: mundos mestizos. Y a su vez, lo hacen con cierto grado de realismo que te permite tener esa radiografía de una época que quizá de otra manera no se consigue: enfrentarme o plantearme a través de un personaje ficticio una realidad histórica nos interpelaba hace 100 años y quizá hoy también. La ficción histórica produce relatos a la medida de cada tiempo.


- Y la Argentina tiene mucha historia para ofrecer...

- La novela histórica, en la Argentina, es un género fundador. Es el primer tipo de novela que se escribió. Permitía la divulgación de la historia; para los preceptistas, brindaba una visión formativa a los nuevos ciudadanos y ciudadanas; educaba a las mujeres, que tenían que quedarse como guardianas del hogar, y a los hombres, que iban a hacer la historia como sujetos. La ficción histórica ha acompañado la vida social y la imaginación de diversas maneras. En su inicio entró con más facilidad porque se la ve como un género respetable, más que la pura imaginación desbordada que podía corromper la moral.

- Con tantos estímulos para el público, con nuevos soportes y con nuevos entretenimientos, ¿se hace necesario ahondar en nuevas formas de escritura?

- Mi último libro, “Lo que hicieron ahí” es un buen ejemplo. Su idea surge a partir de un cuento. Después, al entrelazarse con otras historias que empiezan a ocurrir a partir de ahí, termina convirtiéndose en el primer capítulo de una novela, una novela coral. Y, al final, es el lector el que arma la historia. Nunca he escrito un libro igual al otro. Me gusta mucho experimentar con la literatura. Escribo para descubrir, no para repetir: no repito fórmulas, sino que trato de descubrir nuevas maneras de abordar los problemas que me interesan. No hay experiencia comparable a la creativa, a la intensidad que da, a la aventura que significa. Entonces, no me quiero aburrir yo escribiendo y haciendo algo que ya hice.

- En sus biografías se la nombra como poeta, como novelista y como ensayista. ¿Cómo se define a sí misma?

- Yo creo que lo esencial de mí, desde muy chica, ha sido la visión poética. A partir de ahí empecé a escribir. Desde esa disrupción en la rutina, en la visión utilitaria de lo cotidiano que establece la poesía, que es como si viéramos el mundo desde otro lado y casi por primera vez. Eso nunca me abandonó, y me sirve en la exigencia del lenguaje que la poesía supone. La poesía es el lenguaje en lo esencial; es la médula del lenguaje en sus posibilidades transformadoras y me permite, justamente en mi recorrido por la historia y por la reflexión, asumir perspectivas distintas, ver lo que ya ocurrió con lo que yo llamo “una mirada extranjera”. En mi caso, es el hecho de ser hija de inmigrantes, de no tener tradición argentina y de tener que construírmela. Siempre he visto el país de mi nacimiento desde un lugar un poco excéntrico, no como algo dado que yo recibía con naturalidad, sino que tenía que conocer, reconocer, descubrir y replantear. Escribo desde ahí, desde esa pulsión creativa o poética que se ha multiplicado en muchos libros y en muchos abordajes; sin duda, todo lo que he hecho me gusta hacerlo. Tanto el ensayo o la investigación, que son como pilares y sustentos de mi tarea intelectual, como los libros donde se concentra solo la poesía y después los de narración.

- Yendo a la actualidad, la cultura está atravesando un momento complejo; se la cuestiona y se la desfinancia. ¿Qué opinión tiene?

- Es imposible matar la cultura a fuerza de discursos. Nunca se la pudo callar a partir de prohibiciones o de calumnias. Y lo que está pasando ahora es eso: las personas van a seguir produciendo cultura. Van a seguir disfrutando de los bienes culturales porque es una necesidad, profunda y a la vez muy básica. Pero la cultura es más que un bien de consumo: es un bien formativo que tiene que ver con nuestro interior. Yo no veo que haya tenido éxito ninguna de las propuestas políticas que intentaron eliminar la cultura a lo largo de la historia. En definitiva siempre resurge.

- Eso explica la resistencia. La Feria Internacional del Libro fue un éxito, a pesar de que no contó con apoyo estatal nacional.

- Cada vez que se ataca a la cultura se logra una mayor resistencia y resiliencia por parte de los agentes culturales, que somos todos, no solamente son algunos iluminados o iluminadas. Todo el mundo necesita vida cultural. Es algo que generamos los seres humanos; y ojo, que también la política es parte de la cultura. Así que no hay manera de escapar al horizonte cultural y a la batalla de las ideas. Eso siempre se va a dar y sí es muy lamentable que el Estado se retire de funciones que tradicionalmente ocupó. Las bibliotecas populares que estuvieron hace muy poquito en cuestionamiento, por ejemplo, las fundó Domingo Sarmiento para educar; no fueron inventadas por los últimos gobiernos argentinos despectivamente llamados populistas. Soy partidaria de que el Estado esté presente; esa propuesta de Sarmiento sería muy válida incluso hoy, porque el pensamiento no se puede frenar.

La autora

María Rosa Lojo nació en Buenos Aires en 1954. Se doctoró en Filosofía y Letras (con orientación en Letras) en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Su obra incluye poesías, relatos, novelas y ensayos; llegó a la categoría de investigadora principal del Conicet y asumió la dirección de proyectos de investigación nacionales e internacionales. Es docente del doctorado en Letras en la Universidad del Salvador y preside centros académicos. Escribió “Canción perdida en Buenos Aires al Oeste”, “La princesa federal”, “Árbol de familia”, “Finisterre”(su obra más elogiada -foto-) y “Lo que hicieron ahí”. También ha editado cuentos, poesías y microficción, además de publicaciones académicas.

Agenda de hoy

- En la Sala Lola Mora (San Martín 251), a las 17 habrá un panel de discusión “Un poema es una cosa que será: poesía tucumana del mañana”, a cargo de Pablo Romero; a las 18, la mesa de lectura “Escritores del sur de la provincia”, coordinada por Daniel Mora; a las 19, la actividad de Ediciones del Parque con intervenciones de una veintena de escritores tucumanos que coordinan Perla Jaimovich y Gustavo Callejas; y a las 20, la presentación del libro “Paisaje Indomable. Anuario Teatral Tucumano 2022”, elaborado por Marcos Acevedo.

- En la Sala Hynes O’Connor (San Martín 251), de 18 a 20 se realizará el encuentro de colectividades “Poetas del mundo”, organizado por Sandra Maldonado y dedicado a la Asociación Japonesa de Tucumán y a la Sociedad Española de Tucumán.

- En el ciclo Mayo Interior, en Alpachiri, de 14 a 18 tendrá lugar la “Mateada Literaria” en la feria y muestra de artesanías con un espectáculo musical previsto por la Fundación FUSA-Espacio cultural y la escritora Patricia Santiago; y a las 19 el conversatorio “Los escritores frente a la crisis actual - Corredor de las letras del sur  tucumano”, en modalidad virtual.